sábado, 8 de diciembre de 2012

Se nota muchísimo cuando estoy contenta, o cuando triste y melancólica en mis entradas, más de lo segundo que de lo primero, pero también de esos momentos de tristeza se aprenden, y es que a veces me es imposible no hablar de cosas deprimentes, y lo lamento, pero al menos mis entradas tienen bonitas imágenes ¿o no? Bueno, ya que ayer tuve la gran suerte de compartir uno de los mejores momentos que he tenido con una de mis mejores amigas, me gustaría poder agradecerle esa tarde así que ahí voy: 

A veces, cuando el mundo está tan loco, no puedes evitar enloquecer con él, perder la cabeza y hacer el tonto a más no poder, aunque tengas tantos problemas en la cabeza y quisieras solucionarlos todos para que dejen de atormentarte.  A veces, sólo a veces, desconecto de todo, ya sea riéndome a carcajadas sin saber siquiera por qué sonrío o derramando todas mis frustraciones mediante imitaciones patéticas. Son esos momentos no planeados en los que no piensas lo que haces, pero te gusta porque haces reír a personas a las que tienes aprecio y quieres que estén bien, y si eso supone jugar a juegos estúpidos e infantiles, que sean bienvenidos porque es lo único que deseo. A veces anhelo esos tiempos en los que una piedra suponía un arma de guerra que guardábamos como si fuera un tesoro, anhelo esos tiempos en los que un palo se convertía mágicamente en una poderosa varita que podía crear y destruir. Anhelo esos tiempos en los que nos pedíamos disculpas de corazón y no por evitar discusiones. Anhelo esos tiempos en los que jugabas sin cansarte y tus ilusiones venían de la mano de un globo, o una muñeca. Deseo tanto poder retroceder al pasado... no por cambiar mis errores sino por poder revivir todo de nuevo para darme cuenta de lo que de verdad importa en esta vida ¿Y quién sabe? Igual invento la famosa máquina del tiempo para cumplirlo... 






jueves, 6 de diciembre de 2012

A veces me siento sola. Incomprendida, en un mundo lleno de gente que se saluda por educación y no porque realmente lo sienta. Me siento obligada a seguir ciertas normas y conductas para sobrevivir en esta sociedad pero... ¿Y si no quiero? ¿Y si decido hacer lo que realmente deseo, y dejo de preocuparme por los demás? ¿Es que acaso, alguien ha sido capaz de demostrarme que vale la pena no siendo hipócrita? Me gustaría poder ser más fuerte, más independiente, más ajena a las opiniones de los demás. Sé que algún día lo conseguiré, pero hasta que ese día llegue tengo que seguir llevando esta careta que, aunque útil para algunas cosas me hace desgraciada. 



La vida es una mierda, lo diga borracha, riendo o llorando. A veces reflexiono sobre lo que he hecho. Y sólo a veces me arrepiento. Porque soy ese tipo de personas que meditan lo que hace, le da mil y una vueltas, pero si hago algo, algún motivo oculto tendré. Aunque nadie más lo entienda. Mi forma de vida, mis leyes, mis errores. Son míos y de nadie más, cosa que agradezco. Si me equivoco no importa, ¿Es de humanos no? Esa es mi respuesta a mis dudas, y arrepentimientos. Algunas veces de forma injustificada, pero a mí me sirven para seguir viviendo y no cuestionar tanto todo lo que hice o dejé de hacer. No espero nada de esta vida, pues no encuentro todavía el sentido a ésta, pero tampoco pienso rendirme tan fácilmente, lucharé hasta el último hálito de vida. 


¿Que si alguna vez he creído en cuentos de hadas? Por supuesto ¿Sigo creyéndolos? Por supuesto ¿Que si creo que existen príncipes y princesas? Por supuesto ¿Por qué contesto a todo por supuesto? Porque me da la gana, y porque aunque los tiempos cambien, siempre existirán príncipes y princesas disfrazados de humanos, que se demuestran el amor diariamente. Con miradas, sonrisas, y suspiros. Y no con mensajes de texto ni llamadas. Porque sé que existen, que el romanticismo todavía no se ha perdido del todo, sé que aún quedan resquicios de aquellos tiempos en los que hablar por carta con tu amada era lo más fabuloso y excitante que pudiese sucederte y aquellos encuentros clandestinos en los cuales, tu príncipe corría el riesgo de ser descubierto, eran una muestra de verdadero amor. Me gustaría que no se apagase ese sentimiento, ni ese modo de vida, porque a veces pienso que me quedé atrasada en el tiempo, ya que no entiendo la lógica del "amor" de este siglo.